MARZO 2011

+ Por falta de espacio me temo que este mes sólo podré escribir acerca de una noticia que nos ha destrozado el corazón. Siempre nos dejan Los+Mejores y Miko Heikkila el día 2 de febrero se cansó de luchar contra el tumor cerebral que le afectaba desde hace algunos años.
A Miko lo conocí en 1998 cuando su grupo Fool’s Kin lanzó su pimer EP: ‘This blue machine’. A los pocos meses me convertí en el representante de su banda y juntos, aunque los músicos en Mallorca y servidor en Madrid, luchamos lo indecible para que pudiesen hacer algunos conciertos en la Península –en Baleares se lo tenían todo comido- y logramos editar dos discos más que ahora son objeto de coleccionistas: ‘Manic drama’ y ‘Healing!’
Como músico, Miko era una bestia: gran cantante, pleno de personalidad y un buen compositor cuyas letras nos desgarraban el alma. Cualquiera que lo viese con su grupo de versiones paralelo (Mama Kin) salía asombrado. Recuerdo una ocasión en Palma, en la que actuamos (y es que me sale hablar en plural) compartiendo cartel con Jeff Scott Soto. Cuando Fool’s Kin comenzó a interpretar la versión de ‘Perfect strangers’ de Deep Purple, los músicos de la banda de la estrella de la noche comenzaron a salir del camerino y la disfrutaron con la boca abierta; a mitad de canción hasta el mismo Scott Soto estaba frente al escenario saboreando su buen hacer. Escribí una vez sobre la música de Fool’s Kin: “La sobriedad y la fantasía nórdicas se conjugan a la perfección con la pasión mediterránea.” Me vale como epitafio personal a Miko. Es tuya la frase, amigo.
De la persona sólo recuerdo risas. Siempre estaba contando anécdotas, chistes, chascarrillos y nuestros piques futboleros (un finlandés del Barça contra un madrileño del Madrid) eran memorables. Su raro acento, mezcla de mallorquín y finés, le añadía más guasa. Nunca olvidaré los días que me acogió en su casa (en un verano depre, que todos los tenemos), cómo procuraba divertirme, sacarme de allí a acá y entretenerme. ¿Recuerdas, “puto guiri”? Sí, cuando tus fucking dogs que sólo entendían finlandés, a los que yo solamente sabía gritarles “¡Helsinki, Timo Tolkki!” para que me dejaran en paz, se mearon en mi maleta.
Miko nos ha dicho hasta luego cuando recibía un tratamiento casi de cobaya en una exclusiva clínica de Barcelona. Todo por vencer su enfermedad. Todo, no me olvido, gracias a las generosas aportaciones de muchos de vosotros: seguidores del Rock y músicos –compañeros, amigos- de otras bandas. Gracias eternas por vuestro esfuerzo.